de: Manuel Alvarez
No dudo en afirmar que entre todas las Escrituras ocupan un lugar privilegiado los Evangelios; y entre los Evangelios pertenece el primer puesto al que escribió Juan. Mas nadie puede captar su sentido a no ser que se haya reclinado sobre el pecho de Jesús y haya asimismo aceptado de Jesús a María como madre suya. Y a fin de ser este otro "Juan", es preciso que (lo mismo que Juan) se convierta uno en quien pueda ser designado por Jesús cual si fuera el mismo Jesús. Todos cuantos en efecto juzgan de manera ortodoxa acerca de María, saben que no tuvo otro hijo que Jesús, y sin embargo dice Jesús a su madre: "Ahí tienes a tu hijo". Advierte que no dice: También él es tu hijo. Equivalen, pues, sus palabras a decir: Mira, ahí tienes a Jesús, a quienes tú has dado a luz. En efecto, quien ha llegado a la perfección no vive ya más sino que Cristo vive en él; y porque Cristo vive en él, le han sido dicho a María las palabras: Ahí tienes a tu hijo». (·Orígenes.In Jo 1, 6: MG 14. 32).
Esclarecedor comentario de uno de los más importantes Padres de la Iglesia sobre el Evangelio de Juan, santo, seña, referencia presente y unívoca en nuestras Logias, y de obligado estudio permanente de todo aquel que se precie de una praxis másonica justa y perfecta.
Ref. original: Masonería Cristiana y de Tradición
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