VI VERI VENIVERSUM VIVUS VICI



mardi 27 novembre 2007

Amos 7

7 Enseñóme así: he aquí, el Señor estaba sobre un muro hecho á plomo, y en su mano una plomada de albañil.

8 Jehová entonces me dijo: ¿Qué ves, Amós? Y dije: Una plomada de albañil. Y el Señor dijo: He aquí, Yo pongo plomada de albañil en medio de mi pueblo Israel: No le pasaré más:

Eclesiastés 12

1 Y ACUÉRDATE de tu Criador en los días de tu juventud, antes que vengan los malos días, y lleguen los años, de los cuales digas, No tengo en ellos contentamiento;

2 Antes que se oscurezca el sol, y la luz, y la luna y las estrellas, y las nubes se tornen tras la lluvia:

3 Cuando temblarán los guardas de la casa, y se encorvarán los hombres fuertes, y cesarán las muelas, porque han disminuido, y se oscurecerán los que miran por las ventanas;

4 Y las puertas de afuera se cerrarán, por la bajeza de la voz de la muela; y levantaráse á la voz del ave, y todas las hijas de canción serán humilladas;

5 Cuando también temerán de lo alto, y los tropezones en el camino; y florecerá el almendro, y se agravará la langosta, y perderáse el apetito: porque el hombre va á la casa de su siglo, y los endechadores andarán en derredor por la plaza:

6 Antes que la cadena de plata se quiebre, y se rompa el cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto á la fuente, y la rueda sea rota sobre el pozo;

7 Y el polvo se torne á la tierra, como era, y el espíritu se vuelva á Dios que lo dió.

lundi 26 novembre 2007

Mason 3.0

Toda similitud con algun Past-Aprendiz es mera casualidad ...


La humildad del Mason

"La humildad del Mason"
por el Respetable Hermano
J:.B:.

dimanche 25 novembre 2007

El Líder Masónico y el Clima Organizacional

Por: Iván Herrera Michel. 33º


El líder Masónico, ya sea que desempeñe sus funciones administrativas en el simbolismo o en el filosofismo, tiene sobre sus hombros el avance de la institución que dirige y la obtención de los objetivos planteados. En consecuencia, sus actos repercuten directamente en el clima organizacional de tal manera que el éxito del grupo será siempre su éxito, y el fracaso, también su fracaso.

Un buen líder cree con entusiasmo en el proyecto a su cargo, escruta el horizonte constantemente y tiene visiones de largo plazo. Los lideres eficaces están siempre buscando ideas nuevas. Hoy en día, además tienen que poseer una gran apertura mental para encarar el inevitable fin del aislamiento sacándole provecho sin perder la identidad local, alejándose de la engañosa comodidad que brinda el estar desconectados del resto del mundo.

La tendencia que se observa, es que los Masones, como cualquier otra persona educada de hoy, sienten muy profundas sus raíces locales, pero al mismo tiempo quieren ser Masones universales. Un líder Masónico no puede vivir de espaldas a esta realidad.

Recientemente el centro de estudios y medición del clima organizacional “Great Place to Work”, que es una empresa de investigación y consultoría gerencial, con oficinas centrales en Estados Unidos y afiliadas alrededor del mundo, publicó un documento mediante el cual propone cinco parámetros para evaluar el clima organizacional de una asociación, por los que resalta el papel de la participación del talento y las capacidades generales en la obtención de los fines y metas comunes, bajo un determinado liderazgo. Lo cual perfectamente se puede aplicar a la conducción Masónica.

Entre las primeras ventajas de generar ambientes de trabajo agradables en los Talleres se cuentan la disminución de la deserción y el ausentismo. Y en el caso de la Masonería, la generación de un atractivo en el entramado social en que está implantada que propicie mayores Iniciaciones y una asistencia de largo plazo.

Estos cinco valores a medir propuestos por Great Place to Work son:

Credibilidad: Hace relación con el liderazgo desarrollado a través de la comunicación, la capacidad gerencial y la consistencia.

Respeto: Se refiere a que el líder debe crear espacios de participación que faciliten a todos los Masones expresar libremente sus ideas e inquietudes, de tal manera que estas se conviertan en iniciativas de crecimiento y progreso.

Imparcialidad: El líder debe estar firmemente comprometido con la equidad y la ausencia de favoritismo.

Camaradería: Descansa en la inteligencia emocional de líder y del grupo y de como reaccionan frente a diversas situaciones sin perder el sentido de equipo.

Orgullo: Tiene que ver con los sentimientos hacia las diferentes facetas relacionadas con el trabajo que se adelanta, el equipo al que se pertenece, y los sentimientos de adherencia que genera la Gran Logia o el Supremo Consejo.

Algunas Masonerías se encuentran hoy trabajando para mejorar el reconocimiento interno a los Masones en general abriendo espacios de participación en los asuntos de interés común y fortaleciendo la comunicación y la transparencia de las relaciones internas. Otras están situadas en esquemas jerárquicos de inspiración absolutista.

Pero se corre un riesgo enorme al subestimar el impacto del entorno o al no entender bien que está pasando y que puede suceder en el futuro previsible cuando se están presentando cambios trascendentales.

De todas maneras, la actitud de un líder Masónico frente a la ética interna y la responsabilidad social de la institución determina el clima organizacional y la consecución de los objetivos generales en una sociedad, ya que la Masonería no posee un componente social. Es un componente social.


http://masones.blog.com/2007/11801-el-lider-masonico-y-el-clima-organizacional.php

Salmo 33

EL SEÑOR, SALVACIÓN DE LOS JUSTOS


    Bendigo al Señor en todo momento,
    su alabanza está siempre en mi boca;
    mi alma se gloría en el Señor:
    que los humildes lo escuchen
    y se alegren.

    Proclamad conmigo
    la grandeza del Señor,
    ensalcemos juntos su nombre.
    Yo consulté al Señor, y me respondió,
    me libró de todas mis ansias.

    Contempladlo, y quedaréis radiantes,
    vuestro rostro no se avergonzará.
    Si el afligido invoca al Señor,
    El lo escucha
    y lo salva de sus angustias.

    El ángel del Señor acampa
    en torno a sus fieles y los protege.
    Gustad y ved que bueno es el Señor,
    dichoso el que se acoge a El.

    Todos sus santos, temed al Señor,
    porque nada les falta
    a los que le temen;
    los ricos empobrecen y pasan hambre,
    los que buscan al Señor
    no carecen de nada.

    Venid, hijos, escuchadme:
    os instruiré en el temor del Señor;
    ¿Hay alguien que ame la vida
    y desee días de prosperidad?

    Guarda tu lengua del mal,
    tus labios de la falsedad;
    apártate del mal, obra el bien,
    busca la paz y corre tras ella.

    Los ojos del Señor miran a los justos,
    sus oídos escuchan sus gritos;
    pero el Señor se enfrenta
    con los malhechores,
    para borrar de la tierra su memoria.

    Cuando uno grita, el Señor lo escucha
    y lo libra de sus angustias;
    el Señor está cerca de los atribulados,
    salva a los abatidos.

    Aunque el justo sufra muchos males,
    de todos lo libra el Señor;
    El cuida de todos sus huesos,
    y ni uno sólo se quebrará.

    La maldad da muerte al malvado,
    los que odian al justo serán castigados.
    El Señor redime a sus siervos,
    no será castigado quien se acoge a El.

Templars and Freemasons (video)

El rito de YORK (video)






mardi 20 novembre 2007

Le parchemin de Kirkwall : aux sources de l’Ecossisme

L’enigme du parchemin de Kirkwall dans les Orcades (Ecosse). Un examen au radio carbone du rouleau donne une date située entre 1400-1530. C’est bien en Ecosse que se situe indépendamment de ce qui a été ensuite appelé bien à tort d’écossisme (sous entendu "les hauts grades") les origines de la nouvelle maçonnerie pénétrée d’herméneutique biblique et sous influence norroise. Le parchemin de Kirkwall est constitué de trois pans de lin épais (certains ont même parlé de toile de voile) cousus ensemble et peints sur toute leur longueur. Le rouleau fait dix-huit pieds six pouces de long (environ 5,65 m) et cinq pieds six pouces de large (environ 1,70 m). Il consiste en une bande centrale de quatre pieds de large (environ 1,22 m) et deux bandes externes qui semblent représenter des cartes. Apparemment, ces deux bandes ont été coupées dans une unique pièce de tissu avant d’être cousues aux bords externes du panneau central. Sur le parchemin, on note un certain nombre d’inscriptions. Elles utilisent un vieux code maçonnique largement en usage en Écosse pour les inscriptions des pierres tombales. On l’appelle parfois l’alphabet énochien, notamment dans certains grades du Rite écossais ancien et accepté. Dans la deuxième scène du rouleau en remontant, on voit un autel arborant une inscription codée sur un pavé mosaïque noir et blanc. Une partie de l’inscription se décode ainsi :

"Je suis m’a envoyé à vous. Je suis celui qui suis. Je suis la Rose de Sharon et le Lis de la Vallée. Je suis ce que je suis ou serai ce que je serai."

Dans une conférence sur le parchemin de Kirkwall prononcée devant la Loge Kirkwall Kilwinning, en 1976, le frère James Flett disait :

" Quand j’ai rejoint notre Loge, il y a de cela de nombreuses années, il y avait alors un très vieux frère qui assistait occasionnellement aux tenues de la Loge malgré son âge avancé. Il avait dépassé 90 ans. Un jour, je lui demandai s’il pouvait me dire quelque chose sur le rouleau. Il me répondit qu’il ne connaissait pas grand-chose sur celui-ci, si ce n’est que lors de sa propre initiation, lorsqu’il n’était qu’un jeune homme de vingt ans, le rouleau était posé au centre de la loge, sur le sol. "


Il est probable que le parchemin est une ancienne planche à tracer qui devait, dans l’esprit de ses créateurs, être déroulée, section par section, à mesure que les grades concernés étaient travaillés. D’autres auteurs ont fait remarquer que le rouleau est trop long pour être étalé sur le sol du temple actuel de Kirkwall, et le précédent bâtiment -le Tolbooth, sur Kirk Green, devant la cathédrale Saint-Magnus - était encore plus petit. Cependant, si nos suppositions sur sa raison d’être sont exactes, il n’aurait jamais eu besoin d’être totalement déroulé.

Le parchemin de Kirkwall est constitué de trois pans de lin épais (certains ont même parlé de toile de voile) cousus ensemble et peints sur toute leur longueur. Le rouleau fait dix-huit pieds six pouces de long (environ 5,65 m) et cinq pieds six pouces de large (environ 1,70 m). Il consiste en une bande centrale de quatre pieds de large (environ 1,22 m) et deux bandes externes qui semblent représenter des cartes. Apparemment, ces deux bandes ont été coupées dans une unique pièce de tissu avant d’être cousues aux bords externes du panneau central.Sur le parchemin, on note un certain nombre d’inscriptions. Elles utilisent un vieux code maçonnique largement en usage en Écosse pour les inscriptions des pierres tombales. On l’appelle parfois l’alphabet énochien, notamment dans certains grades du Rite écossais ancien et accepté. Dans la deuxième scène du rouleau en remontant, on voit un autel arborant une inscription codée sur un pavé mosaïque noir et blanc. Une partie de l’inscription se décode ainsi :

"Je suis m’a envoyé à vous. Je suis celui qui suis. Je suis la Rose de Sharon et le Lis de la Vallée. Je suis ce que je suis ou serai ce que je serai".

Dans une conférence sur le parchemin de Kirkwall prononcée devant la Loge Kirkwall Kilwinning, en 1976, le frère James Flett disait :

Quand j’ai rejoint notre Loge, il y a de cela de nombreuses années, il y avait alors un très vieux frère qui assistait occasionnellement aux tenues de la Loge malgré son âge avancé. Il avait dépassé 90 ans. Un jour, je lui demandai s’il pouvait me dire quelque chose sur le rouleau. Il me répondit qu’il ne connaissait pas grand-chose sur celui-ci, si ce n’est que lors de sa propre initiation, lorsqu’il n’était qu’un jeune homme de vingt ans, [le rouleau] était posé au centre de la loge, sur le sol2.

Il est probable que le parchemin est une ancienne planche à tracer qui devait, dans l’esprit de ses créateurs, être déroulée, section par section, à mesure que les grades concernés étaient travaillés. D’autres auteurs ont fait remarquer que le rouleau est trop long pour être étalé sur le sol du temple actuel de Kirkwall, et le précédent bâtiment -le Tolbooth, sur Kirk Green, devant la cathédrale Saint-Magnus - était encore plus petit. Cependant, si nos suppositions sur sa raison d’être sont exactes, il n’aurait jamais eu besoin d’être totalement déroulé.

Ce qui ne fait aucun doute, c’est que la Loge est en possession du parchemin depuis très longtemps, et au moins depuis 1786. On a vu fleurir de nombreuses théories quant à sa fonction et à sa signification, mais, pour l’essentiel, celles-ci ont émané de groupes ou de personnes qui entendaient faire jouer un rôle spécifique au parchemin dans l’histoire.

George William Speth (1847-1901) fit partie de ceux qui avaient des idées préconçues sur le sujet. il fut l’un des fondateurs et un secrétaire de la Loge éminemment dogmatique des Quatuor coronati. Cette « première » Loge de recherches autoproclamée a une longue tradition bien attestée de soutien indéfectible à la ligne officielle de la GLUA : celle des origines londoniennes de la franc-maçonnerie que le duc de Sussex instaura quand il imposa la formation de la Grande Loge unie d’Angleterre aux maçons réticents d’Angleterre et du pays de Galles en 1813. En sa qualité de responsable du journal édité par la Loge, Ars Quatuor Coronatorum (A QC), Speth était tenu de soutenir cette idée assez absurde selon laquelle la franc-maçonnerie serait apparue à Londres en 1717. Selon cette version officielle de la GLUA, elle serait née de l’oisiveté d’un groupe de gentlemen : comme ceux-ci s’ennuyaient, ils auraient fait le tour des chantiers locaux en demandant aux ouvriers qu’ils rencontraient s’ils n’avaient pas des rituels intéressants qu’ils auraient pu utiliser pour leur amélioration morale - une théorie qui a tout le charme et la crédibilité d’un scénario de sitcom !

Dans la parfaite tradition des Quatuor Coronati, Speth était tout disposé à écarter, détourner, voire détruire tout témoignage ou document pouvant attester l’existence de la maçonnerie en Écosse avant 1717. En 1897, il décida ainsi d’enquêter sur le parchemin de Kirkwall. À cette fin, il commanda un article à un maçon des Orcades, l’archidiacre [Archdeacon] Craven, à propos du trésor majeur de la Loge de Kirkwall.

L’article fut publié dans le volume X d’AQC, avec la propre opinion de Speth sur le rouleau. Sans même l’avoir vu par lui-même, il décida que c’était un tapis de Loge, datant de « la première moitié du XVIIIe siècle ou vraiment du tout début de la seconde ». Il s’assurait ainsi que le mythe de la naissance londonienne de la franc-maçonnerie en 1717 ne fût pas remis en question. Dans les années vingt, un autre membre des Quatuor Coronati, William Reginald Day - qui appartenait aussi à la Loge de recherches Sydney en Nouvelles-Galles du Sud (Australie) - s’attaqua à son tour parchemin et écrivit un article pour AQC (vol. XXXVIII, 1925).

Il prétendait avoir examiné attentivement la structure et les thèmes du rouleau - bien qu’il semblât avoir davantage étudié l’article de Speth : parchemin lui-même. Sans surprise, il fit mine de découvrir des indications concernant la datation du tissu en clamant qu’il avait reconnu sur le parchemin « les armes de la Grande Loge des Ancients (Antient Grand Lodge) » - seulement les armoiries des Ancients n’ont jamais représenté une étoile à cinq branches ni « un œil qui voit tout » le ciel sous l’arche. Comment Day put-il ne pas remarquer ces différences ? Cela reste un mystère.

En utilisant une ressemblance assez tenue, Day soutient que le rouleau est postérieur à 1751. Au demeurant il prétend avoir remarqué d’autres traces de l’influence des Ancients sur le parchemin, mais il ne spécifie pas lesquelles, et, ni moi, frères de Kirkwall Kilwinning que j’ai consultés ne voient ce s peuvent être. Une fois de plus, AQC avait entretenu le mythe franc-maçonnerie inventée à Londres en 1717 et elle avait écarté habilement et prudemment toute allusion à une origine écossaise de l’ordre.

En outre, Day dit avoir également trouvé (de manière cryptée) une citation mot pour mot tirée de la Bible du roi Jacques (la citation de la me scène citée plus haut). Il utilisa celle-ci pour dater cette fois eau postérieurement à 1611. Cependant, je suis incapable de trouver ces mots exacts dans mon exemplaire du roi Jacques ; je ne peux identifier que des fragments entremêlés au milieu d’autres phrases. Moyennant quoi, fidèle à la ligne des Quatuor Coronati visant à qualifier tout ce qui pouvait être écossais, le frère Day utilisa cette preuve pour affirmer que le rouleau de Kirkwall était une œuvre moderne. Il alla jusqu’à préciser que c’était un maçon des Orcades qui avait peint le parchemin sur une grande bande de toile. Répondant au nom de William Graham, ce maçon aurait travaillé à Londres comme peintre en bâtiment avant de regagner ultérieurement ses îles natales septentrionales.

Le sujet en resta là jusqu’au 21 juillet 2000. À cette date, un article parut simultanément dans le Times et le Daily Telegraph. Sous la plume d’une journaliste orcadienne, Kath Gourlay, il rapportait le résultat de tests scientifiques entrepris sur le parchemin.

Les résultats de la datation au radiocarbone exécutés sur une tenture de mur unique ont bouleversé les membres d’une Loge maçonnique des îles Orcades. Ils ont eu un choc en découvrant que ce décor était un trésor médiéval valant plusieurs millions de livres. La datation au radiocarbone du rouleau a démontré que la toile de dix-huit pieds de long datait du XVè siècle.

En réalité, le mystère s’épaissit ici. Car il existe deux datations au radiocarbone différentes pour le rouleau. L’une s’applique à la partie centrale et l’autre aux parties externes. Kath Gourlay rapporte ceci à ce propos :

Le laboratoire de recherches de l’université d’Oxford - qui a effectué la datation au radiocarbone - ajoute au mystère en soutenant simultanément les deux dates.

« Nous avons analysé la matière du parchemin de Kirkwall en deux occasions différentes », a expliqué un porte-parole du département d’archéologie et d’histoire de l’art qui exécuta le travail. « L’étalonnage du carbone vous expose à une certaine marge d’erreur que vous devez retenir. Ainsi le premier échantillon, pris sur le bord externe du matériau, pouvait être du XVIII’ siècle ou du début du XIX’ siècle (1780-1840). Le second morceau, qui provenait du panneau central, donna une date plus ancienne : le XV ou le début du XVI siècle (1400-1530). »

La différence de deux cent quatre-vingts ans entre la bande centrale et les deux bandes latérales rend l’allégation de Day, selon laquelle William Graham aurait peint toute la toile, extrêmement improbable. Si on peut considérer que c’est bien Graham qui offrit le rouleau à la Loge Kirkwall Kilwinning en 1786, faire de lui le peintre de l’ensemble du rouleau est une autre affaire. Si tel était le cas, cela signifie qu’il se serait procuré deux bandes de tissu vierge différentes, l’une récente et l’autre vieille d’au moins deux cent quatre-vingts ans. Ensuite il aurait coupé la bande neuve en deux pour coudre les deux demi-bandes sur les côtés de l’ancienne avant de commencer à peindre. Pourquoi se donner tant de mal ? S’il avait besoin d’un morceau de toile plus grand, il n’avait qu’à coudre la nouvelle bande - sans la découper - le long de l’ancienne pour obtenir la même surface. Par conséquent, au regard de la datation au radiocarbone, on peut supposer que s’il décida d’ajouter les bandes externes, ce fut pour protéger et préserver le panneau central et non pour le travestir, l’améliorer ou le modifier d’une quelconque manière. J’explorerai plus loin dans ce chapitre les raisons pouvant expliquer cette initiative de Graham. En attendant, je contactai la Loge pour savoir s’il avait été observé au revers du parchemin une quelconque différence entre le tissage de la bande centrale et celui des panneaux latéraux (l’avers du rouleau étant recouvert d’une épaisse couche de peinture, aucune trace du tissu n’était visible de ce côté-là).

Un vénérable frère me répondit :

Il apparaît que les trois panneaux ont été rentoilés à l’arrière avec un tissu qui augmente la taille totale du rouleau. La date de ce renfort est incertaine, mais le doublage n’est assurément pas récent. Malheureusement, celui-ci empêche de voir l’arrière des panneaux peints et il est donc impossible de comparer les tissages et les textures des trois bandes. En revanche, on repère nettement les coutures que l’on peut même sentir au toucher, ce qui confirme que le parchemin est bien constitué de trois panneaux verticaux.

La toile peinte avait donc été doublée avec un renfort de tissu, de la même manière qu’une couverture de laine était renforcée avec de la toile de jute. Ce détail allait dans le sens de ma théorie, à savoir que le parchemin était censé être déroulé sur le sol, et non suspendu à un mur.

L’écrivain Andrew Sinclair avait avancé plusieurs autres hypothèses : il pensait qu’un secret du XVè siècle avait pu être dissimulé dans les côtés externes (les « cartes ») du rouleau. Mais la datation au radio-carbone rend insoutenable cette thèse. Par ailleurs, il s’était demandé si le parchemin n’avait pas fait partie de l’héritage de Kirkwall datant « de la fin du XIVè siècle, quand le prince Henry Saint-Clair était devenu le comte des Orcades », ce qui n’est pas davantage possible. D’un autre côté, il n’existe aucune trace de franc-maçonnerie à Kirkwall avant 1736. Alors si le rouleau s’était déjà trouvé dans cette ville avant cette date, Sinclair ne se demande pas qui aurait pu conserver cet objet maçonnique pendant plus de deux cents ans.

Toujours est-il que les sections externes du rouleau datent bien de l’époque de William Graham. Donc Day peut avoir raison quand il affirme qu’il les a peintes. Mais la bande centrale est incontestablement plus ancienne.

Fort de la connaissance heptapartite de la franc-maçonnerie - que j’avais redécouvert chez Wilmshurst et que j’ai retracé dans les sept premiers chapitres du présent livre -, une hypothèse commençait à se faire jour dans mon esprit.

La tradition de la planche à tracer a évolué à partir d’une pratique plus ancienne : la représentation des symboles clés d’un grade sur le sol de la loge. Avant que les Loges ne possèdent leurs propres temples, les symboles des grades à travailler étaient tracés sur le sol de la loge, puis effacés par le candidat. Wilmshurst l’expliqua dans une série de conférences de Loges qu’il donna en 1929. Voici ce que disent les notes qu’il rédigea pour ces allocutions :

" Dans les premiers temps, quand l’ordre n’était pas encore une institution sociale populaire mais une discipline sérieuse s’inscrivant dans le cadre d’une science philosophique et sacrée, l’instruction n’était pas traitée à la légère. La planche n’était pas, comme elle l’est maintenant, un produit sorti tout droit d’une fabrique de décors maçonniques, mais elle était le symbole le plus vénéré de la Loge. C était un dessin que chaque frère apprenait à exécuter par lui-même, pour que, simultanément, ses mains et son entendement puissent être instruits dans l’art maçonnique. Les témoignages écrits montrent qu’à chaque tenue de Loge, la planche du grade devant être travaillé était réellement dessinée de mémoire par le Maître avec de la craie ou du charbon de bois sur le sol de la loge. Grâce à sa pratique, le Maître était capable de la tracer rapidement et précisément. En avançant d’ouest en est pendant la cérémonie, le candidat effectuait les pas du grade au-dessus du dessin. L’explication de celui-ci faisait partie intégrante de la cérémonie, et, avant d’être rendu à son confort personne on lui demandait de l’effacer avec un torchon et un seau d’eau, pour que des yeux profanes ne puissent le voir et pour qu’il apprenne sa première leçon d’humilité et de secret. Au cours du XVIIIè siècle, le dessin de mémoire sur le sol fut remplacé, dans un premier temps, par l’utilisation d’un tapis de Loge peint, puis, par des planches en bois reposant sur des tréteaux, sur lesquelles le diagramme était reproduit de manière permanente. Les planches sont des prescriptions cryptées de la science d’un ancien monde, enseignées et pratiquées en secret à travers les âges par les quelques individus spirituellement mûrs et assez courageux pour suivre un chemin de vie plus élevé qu’il n’est encore possible d’atteindre pour le monde populaire. L’interprétation détaillée de leur symbolisme est nécessairement difficile, car les symboles renferment toujours beaucoup plus qu’il n’est possible d’expliquer verbalement. Par conséquent peu de maçons se sont formés jusqu’ici dans le langage de l’ancien symbolisme ésotérique ".




Publié le : samedi 7 avril 2007 par Jacques Keystone

Kadosh et la signification des deux aigles

samedi 9 octobre 2004

par Jacques Keystone


Dans le Rite Écossais Ancien et Accepté, l’Aigle Bicéphale existe sous deux formes : D’une part, "l’Aigle Blanc et Noir" du trentième degré qui "plane en couronne au-dessus des contraires", signifiant par là que le chevalier Kadosch a réussi à s’élever au-dessus des antagonismes de la manifestation et à les dominer. Il est alors devenu "Chevalier de l’Aigle Blanc et Noir", ce qui n’est pas sans renvoyer au pavé mosaïque des trois premiers degrés (sic !).

Cette terminologie a été officialisée à Kingston en Jamaïque par Étienne Morin en 1769 à l’époque du "Rite de Perfection" en vingt-cinq degrés. Décision qui fût prise à la suite d’une crise relative à ce grade que "les autorités parisiennes" ne voulaient plus voir associé à la légende templière. Il n’en reste pas moins que le terme "Chevalier Kadosch" subsiste encore de nos jours et que celui qui en a été jugé digne se présente comme "un soldat de l’Universel et de l’Eternel" qui, seul, "univers complet", a pris l’engagement de "vivre ou de mourir" (Vincere aut mori) pour assurer sa mission de régénération de l’homme et de l’univers.

La deuxième manifestation de l’Aigle Bicéphale apparaît au trente-deuxième degré "Sublime Prince du Royal Secret" sur le pavillon G du camp des Princes. L’aigle tient une épée dans la serre droite et un cœur sanglant dans la gauche. C’est un héritage du "nec plus ultra de la Maçonnerie", expression qui désignait le vingt-cinquième degré du "Rite de Perfection", celui qui devint le "Sublime Prince du Royal Secret".

A l’heure actuelle la représentation de l’Aigle Bicéphale Noire figure à l’Occident des ateliers du Rite. C’est le symbole du "SaintEmpire", entité spirituelle qui régit la manifestation. Ce symbole a été emprunté à la tradition héraldique du "Saint Empire Romain Germanique". On peut s’interroger sur le lien éventuel qui peut exister entre le "Saint-Empire" et le "Saint-Empire Romain Germanique" ?

Ce dernier, dont la frontière orientale longeait approximativement le cours de l’Oder. Il n’englobait pas la Prusse, et Frédéric II de Hohenzollern, à qui l’on attribue les "Grandes Constitutions" du Rite Écossais Ancien et Accepté (1/4/1786) était "simplement" Roi de Prusse et non Empereur du Saint-Empire Romain Germanique.

De ce fait, il ne pouvait revendiquer l’Aigle Bicéphale, d’autant que l’emblème héraldique de la Prusse était une Aigle Monocéphale Noire. Le Rite serait donc redevable de l’Aigle Bicéphale à un souverain du Saint-Empire Romain Germanique qui aurait pu lui être associé de façon non officielle, mais plus adéquate du point de vue ésotérique, que ne pouvait l’être Frédéric II de Hohenzollern.

Si l’on interprète ce que Paul Naudon (cf. 152, p. 123 à 132) et Daniel Ligou (cf. 180, p. 629) semblent sous-entendre, Frédéric II n’aurait pu être qu’une "façade" flatteuse pour les maçons écossais de la seconde moitié du dix-huitième siècle et non le véritable "fondateur" du Rite.
Les deux Frédéric II

Daniel Ligou laisse entendre (cf. 180, p. 525) que le rituel du "Patriarche Noachite-Chevalier Prussien" a peut-être été une source de confusions entre Frédéric II de Hohenzollern (1712-1786) et Frédéric II de Hohenstaufen (1194-1250), Empereur du SaintEmpire Romain Germanique et Roi de Sicile, contemporain de Saint-Louis (1215-1270). Cette évocation nous ramène à l’époque des Croisades. Claude Guérillot, dans son livre sur le Rite de Perfection (cf. /77. p. 319) écrit au sujet du degré de Noachite :

"Au temps des Croisades les Chevaliers de plusieurs ordres européens furent initiés à ce degré par les princes chrétiens lorsqu’ils partirent reconquérir la Terre sainte envahie par les infidèles". Ce rôle d’initiateur fut peut-être ( ?) celui de Frédéric II de Hohenstaufen, d’où la confusion qui subsiste encore sur l’identité du personnage appelé "Frédéric II".

Par ailleurs, Claude Guérillot, à la page 323 de son livre, rapporte que dans "le Rite de Perfection", le mot de tuilage du Noachite était "Frédéric le troisième", ce qui n’est pas sans nous plonger dans une profonde perplexité !...


http://www.prismeshebdo.com/prismeshebdo/article.php3?id_article=438

dimanche 18 novembre 2007

VIDEO - Decoding The Past - Mysteries of the Freemasons

EL AGUILA BICEFALA

Por: GUSTAVO E. PARDO VALDÉS, 33º

El nombre de Águila se aplica a varias aves de presa diurnas, algunas de las cuales llegan a alcanzar un gran tamaño, entre ellas se encuentra el Águila Real a la que. desde la antigüedad se la ha considerado un símbolo de valor y poder, debido a su fortaleza y su gran tamaño (las hembras llegan a alcanzar 1 m desde el extremo del pico al de la cola y su ancho, con las alas extendidas, puede llegar hasta los 2 metros), así como su destreza en el vuelo y lo inaccesible de los lugares donde pone sus nidos. Sus nidos que son grandes y construidos con palos y ramas, los coloca en acantilados, escarpas y otros sitios de muy difícil acceso. Las Águilas, por lo general, utilizan el mismo nido de un año a otro, a añadiendo más ramas en caso de ser necesario, con lo que el nido puede llegar a alcanzar un diámetro considerable.

El Águila, como símbolo fue utilizado desde la antigüedad, empleándola como insignia los reyes de Persia, fue un ave sagrada dedicada al sol en Egipto; en Grecia, era el emblema de Zeus, y entre los Druidas, el símbolo de Dios Supremo.

Esta ave en la mitología romana estaba asociada con la principal deidad, Júpiter, y fue el emblema de algunas legiones romanas, de la Francia bonapartista, de Alemania y de los imperios ruso y austro-húngaro, y además forma parte del escudo nacional de México...

El Águila simboliza al hombre sabio que mediante el empleo de la audacia, la investigación y el genio es capaz de contemplar la deslumbrante luz de la VERDAD sin el temor que el conocimiento de ésta inspira a los mediocres, porque el Águila es el único animal que puede mirar fijamente, sin pestañar, la luz del sol.

  • La Francmasonería ha colocado a esta poderosa ave como emblemática de las virtudes que ha de poseer el masón escocés en las enseñanzas

que en los distintos grados de los que componen el hermoso conjunto de rituales,

símbolos, alegorías que ofrece el Rito Escocés Antiguo y aceptado a sus miembros,

en los cuales se emplean los diferentes significados simbólicos que en la figura del Águila

ancestralmente el hombre ha plasmado desde tiempos inmemoriales.

El Águila Bicéfala tuvo su origen en la poderosa ciudad samaritana de Lagash donde fue considerada un símbolo de poder durante más de 2000 años antes de la construcción del Templo del rey Salomón. Posteriormente pasó de los samaritanos a los hombres de Akhad; de allí a los Hititas; a continuación a los Sultanes de Slkujian, de donde fue llevada, por los Cruzados a Europa, observándose este símbolo entre los Habsburgos y los Romanoff.

El Símbolo del Águila de dos cabezas se conoció por primera vez en la Francmasonería en el año de 1759, después del establecimiento en Francia del Consejo de los Emperadores de Oriente y Occidente, Rito éste de 25 grados del que se deriva la mayor parte del actual sistema del Rito Escocés de treinta y tres grados. adoptado este símbolo debido a la doble jurisdicción que el mismo comprendía, así una cabeza miraba hacia el Oriente, para proteger a los peregrinos que pudieran acercarse por esa dirección, y la otra guardaba el Occidente, con los mismos propósitos.

  • Los actuales Supremos Consejos del grado 33 del RITO ESCOCÉS ANTIGUO Y ACEPTADO (R. E. A. y A),

han heredado esa insignia del Rito de Perfección.



Como símbolo del Rito Escocés, el Águila aparece prominentemente en los grados 18, 30, 32 y 33, siendo de una cabeza en el primero de ellos y bicéfala en los demás.

Aunque el Águila Bicéfala es el emblema del grado 33 del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. El significado simbólico de este emblema es prácticamente desconocido para una gran parte de los miembros de nuestro Rito.

  • El Águila Bicéfala,

como su nombre lo indica,

consta de dos cabezas, una dirigida hacia el este y la otra hacia el oeste,

coronadas por un triángulo radiante en cuyo centro se encuentra el numero 33.

El Águila se representa con las alas desplegadas, y sosteniendo entre sus garras una espada en posición horizontal, cuyo puño se mantiene a la derecha. De la espada pende una cinta

en la cual se encuentra escrita la divisa ¨Deus meumque jusi".

SIGNIFICADO SIMBÓLICO

  • En el simbolismo del Águila Bicéfala indica que una de sus cabezas mira hacia lo infinito del pasado, y la otra hacia lo infinito del futuro, mostrando con ello que el presente es apenas una fina línea de contacto entre dos eternidades.
  • En general, el Águila de dos cabezas simboliza la SABIDURIA, una de las cabezas representa al PROGRESO, la otra al ORDEN .
  • Las alas desplegadas representan lo presto que han de hallarse los masones escoceses, para emprender la búsqueda constante de la VERDAD de cuyo conocimiento se encuentra tan precisada la Humanidad.
  • La espada que el Águila sostiene entre sus garras, representa el PODER y el HONOR que son los atributos naturales que deben sostener los Soberanos Grandes Inspectores Generales de la Orden en su lucha por alcanzar la REDENCION HUMANA.
  • A este respecto se dice que un GRAN INSPECTOR GENERAL DE LA ORDEN no deberá nunca desenvainar su espada sin una buena razón, y jamás envainarla sin honor.
  • La divisa ¨Deus meumque jus¨, significa que el hombre debe disfrutar de TODOS sus Derechos, como ser humano que es, a plenitud, sin restricción alguna.

El probable origen de la reglas morales

¿De dónde vienen las reglas morales? De la razón, afirman algunos filósofos. De Dios, aseguran los creyentes. Rara vez se considera otra fuente como la que hoy defienden algunos biólogos: la evolución.

Una mirada a la selección natural y a la supervivencia de los más fuertes sólo parece confirmar los valores más egoístas. Pero para los animales que viven agrupados el egoísmo debe ser limitado o no habría ventaja en vivir en sociedad. ¿Puede la conducta desarrollada por los animales que viven en sociedad ser el fundamento de donde partió la moralidad humana?

En el libro Hipótesis de la felicidad , Jonathan Haidt, psicólogo moral de la Universidad de Virginia, construye una visión amplia de la moralidad donde rastrea su conexión tanto con la religión como con la política.

Haidt comenzó investigando la emoción de la aversión. Al probar las reacciones de la gente ante situaciones como la de una familia hambrienta que cocinó y comió a su perro luego de que éste hubiera muerto en una ruta, exploró el fenómeno en que la gente siente fuertemente que algo está mal pero cuyo porqué no puede explicar.

Este fenómeno lo llevó a ver a la moralidad conducida por dos sistemas mentales separados. Un sistema antiguo, que él llama intuición moral, se basa en las conductas con carga emotiva que se desarrollaron antes que el lenguaje. Un sistema moderno, que llama juicio moral, llegó después del lenguaje, cuando la gente pudo expresar por qué algo estaba bien o mal.

Las respuestas emocionales de la intuición moral ocurren de manera instantánea; son primitivas reacciones viscerales que evolucionaron para desarrollar decisiones intempestivas que ayudan a la supervivencia en un mundo peligroso. El juicio moral, por otro lado, llega más tarde, cuando la mente consciente desarrolla una racionalización para la decisión que llegó a través de la intuición moral, escribe Haidt.

La racionalización la educación
Jorge Werthein, es director de la Unesco en Brasil escribió esta semana para el diario argetnino La Nación, un artículo que coloca a la educación como valor supremo para el progreso humano.

“Hay que votar por la educación porque de esa manera se estará votando simultáneamente por el desarrollo sostenible y por la producción de más conocimientos: en la tarea pedagógica, en el ámbito de las ciencias, en la preservación del medio ambiente, en el control del sida, en la salud, en la creación de empleos, en la disminución de la muerte y violencia, en la seguridad, en los derechos humanos y en la construcción de una democracia plena.

También elegirán la educación los miles de padres y madres, los integrantes de las ONG socioeducativas, el gran número de empresarios que defienden la mejoría de la calidad de la enseñanza, los ministros provinciales de Educación, el titular de la cartera educativa nacional y sus colaboradores. Serán millones de votos.

Hay que votar por la educación porque sólo a través de ella se logra la verdadera inclusión social de la que tanto se habla. Otras áreas pueden prometer lo mismo, pero difícilmente consigan cumplirlo, por lo menos no con la misma eficiencia y estabilidad.

Hay que votar por la educación porque ella representa la inversión con más alto índice de retorno. Cada centavo invertido en la educación, y bien gestionado, representa millones de pesos en desarrollo y en ahorro y porque sustenta a otras áreas como las artes, la industria y el comercio. Con educación, la sociedad avanza como un todo.

Hay que votar por la educación porque sin ella no existirá el desarrollo científico y tecnológico. El conocimiento que ella proporciona fortalece y enriquece la democracia. La verdad es que no puede haber democracia sin educación de calidad para todos, a lo largo de toda la vida. Por el contrario, hay exclusión social en sus diversas formas.

Hay que votar por la educación porque es una de las principales salidas para disminuir las alarmantes disparidades internas, regionales y mundiales. Con recursos adecuados, con un eficiente sistema de gestión y con una política de discriminación positiva, la educación puede reducir –y, en el largo plazo, eliminar– la brecha interregional y las propias diferencias intrarregionales, que transforman a compatriotas en extranjeros en su propio país. La educación universal y de calidad puede garantizar igualdad de oportunidades para todos".

La educación nos trae libertad
Mario Vargas Llosa escribió hace par de semanas una nota para el El País, de España, donde presenta un caso del gobierno autónomo de Cataluña, donde ha obligado a un colegio público de Gerona a admitir a Shaima, una niña marroquí de ocho años, que desde hacía una semana faltaba a clases porque las autoridades del plantel le habían prohibido el ingreso mientras llevara el hiyab o velo islámico. El director fundó la prohibición en el reglamento del colegio, que rechaza en el atuendo de los alumnos “cualquier elemento que pueda causar discriminación”. Por su parte, la Generalitat considera que “el derecho a la escolarización” debe prevalecer sobre las normas internas de los centros educativos.

A diferencia de lo que ocurre en países como Francia o el Reino Unido, donde hay leyes sobre el uso del velo islámico en las escuelas públicas, en España no existe legislación al respecto y hasta ahora el permiso o la prohibición de llevarlo estaba librado al criterio de los propios centros de enseñanza. Lo ocurrido con la niña marroquí establece un precedente que, de prevalecer y extenderse, abriría las puertas de la instrucción pública al llamado multiculturalismo o comunitarismo. A mi juicio, semejante perspectiva es sumamente riesgosa para el futuro de la cultura de la libertad en España.

A primera vista, semejante afirmación parecerá a algunos exagerada o apocalíptica. ¿Qué puede tener de malo que una pobre criatura, acostumbrada por la religión y las costumbres de su familia a tocarse con el hiyab lo siga haciendo en las aulas escolares? ¿No sería una crueldad obligarla a destocarse y lucir los cabellos a sabiendas de que, para sus creencias y usos comunitarios, tal cosa sería tan traumático como para las niñas cristianas exigirles mostrar el busto o las nalgas? De allí a considerar que prohibir el velo islámico a las niñas en los colegios públicos es prejuicio antimusulmán o etnocentrismo colonialista y racista hay sólo un paso cortito.

Sin embargo, no es tan sencillo. El velo islámico no es un simple velo que una niña de ocho años decide libremente ponerse en la cabeza porque le gusta o le es más cómodo tener los cabellos ocultos que expuestos. Es el símbolo de una religión en la que la discriminación de la mujer es todavía, por desgracia, más fuerte que en ninguna otra –en todas ellas, incluso las más avanzadas, se discrimina aún a las mujeres–, una tara tradicional de la humanidad de la que la cultura democrática ha conseguido librarnos en gran parte, aunque no del todo, gracias a un largo proceso de luchas políticas, ideológicas e institucionales que fueron cambiando la mentalidad, las costumbres y dictando leyes destinadas a frenarla. Una de esas grandes conquistas es el laicismo, uno de los pilares sobre los que se asienta la democracia. El Estado laico no está contra la religión. Por el contrario, garantiza el derecho de todos los ciudadanos de creer y practicar su religión sin interferencias, siempre y cuando esas prácticas no infrinjan las leyes que garantizan la libertad, la igualdad y demás derechos humanos que son la razón de ser del Estado de Derecho.

Los colegios públicos de un Estado laico no pueden ser confesionales, porque si lo fueran y privilegiaran a una religión sobre otras, o sobre los no creyentes, ejercerían una discriminación inaceptable en una sociedad de veras libre. En ésta la religión no desaparece, se confina en el ámbito privado, fuera de las escuelas y las instituciones públicas. Los creyentes pueden constituir escuelas privadas de carácter confesional, desde luego, o impartir en las iglesias o en el seno de las familias todas las doctrinas y creencias en las que quieren educar a sus hijos. Pero la religión no puede invadir el dominio público sin que principios básicos de la cultura democrática, sobre todo la igualdad y la libertad de los ciudadanos, se resquebrajen y se establezcan privilegios y jerarquías abusivas.

El velo islámico en las escuelas públicas es una cabecera de playa con la que los enemigos del laicismo, de la igualdad entre el hombre y la mujer, de la libertad religiosa y de los derechos humanos, pretenden alcanzar espacios de extraterritorialidad legal y moral en el seno de las democracias, algo que, si éstas lo admiten, podría conducirlas al suicidio. Porque con el mismo argumento con que se pretende que el hiyab sea admitido en las escuelas se puede exigir, como han hecho y conseguido los islamistas en algunas ciudades de Europa, que haya piscinas municipales separadas para hombres y mujeres pues para las hembras musulmanas resulta impúdico compartirlas con los varones.

Y, si se trata de respetar todas las culturas y las costumbres, ¿por qué la democracia no admitiría también los matrimonios negociados por los padres y, en última instancia, hasta la ablación del clítoris de las niñas que practican tantos millones de creyentes en el Africa y otros lugares del mundo?

El multiculturalismo parte de un supuesto falso, que hay que rechazar sin equívocos: que todas las culturas, por el simple hecho de existir, son equivalentes y respetables. No es verdad. Hay algunas culturas más evolucionadas y modernas que otras y, aunque es verdad que aun en las culturas más primitivas existen prácticas, usos y creencias que han enriquecido la experiencia humana y enseñanzas que las otras pueden aprovechar, también lo es que en muchas culturas sobreviven prejuicios y conductas bárbaras, discriminatorias y hasta criminales que ninguna democracia puede admitir en su seno sin negarse a sí misma y retroceder en el largo camino de la civilización que lleva andado.

Francia, donde el tema del velo islámico es objeto de viejos e intensos debates, lo ha entendido así y ha dado un buen ejemplo al resto de los países democráticos prohibiendo por ley, desde 2004, “el uso de elementos ostentatorios de carácter religioso en las escuelas e institutos públicos del país”. Al principio, esta medida fue considerada por algunos supuestos “progresistas” reaccionaria y sustentada en un prejuicio contra los inmigrantes de origen musulmán. No lo era. Por el contrario, su razón profunda es dar las oportunidades a todos, extranjeras y nacionales, de cualquier raza, cultura o religión, de trabajar y vivir en Francia en un ambiente de legalidad y libertad que les permita seguir practicando todas sus creencias y costumbres que sean compatibles con las leyes vigentes. Y, desde luego, renunciando a las que no lo sean, como hicieron las iglesias cristianas en el pasado, cuando tuvieron que acomodarse a las sociedades abiertas.

Si se considera que la democracia ha significado un extraordinario avance sobre los regímenes despóticos y absolutistas de antaño, es difícil entender que ella pueda ser sólo válida para los demócratas y que los países democráticos, en nombre de la falacia de la equivalencia absoluta de las culturas, admitan en su seno enclaves antidemocráticos o prácticas reñidas con los principios básicos de la igualdad y la libertad. Quienes defienden el multiculturalismo y el comunitarismo tienen una idea estática y esencialista de las culturas que la historia desmiente. Ellas también evolucionan, de acuerdo con el avance de la ciencia y con los intercambios de ideas y conocimientos, que son cada vez más frecuentes en el mundo moderno y que, poco a poco, van transformando convicciones, prácticas, creencias, supersticiones, valores y prejuicios.

Un musulmán moderno de, digamos, el Líbano o El Cairo tiene muy poco que ver con los musulmanes fundamentalistas de Darfur, que arrasan aldeas y queman a familias enteras por ser paganas, y ponerlos dentro de la misma etiqueta cultural es tan absurdo como considerar idénticos, por ser cristianos, a los católicos generalmente tolerantes y democráticos de las sociedades abiertas de nuestros días con los inquisidores o los cruzados medievales que torturaban y asesinaban en nombre de la cruz.

Si los países democráticos quieren ayudar de algún modo a que la religión musulmana experimente el mismo proceso de secularización que ha permitido a la Iglesia Católica adaptarse a la cultura democrática, lo peor que podrían hacer es renunciar a logros tan importantes como el laicismo y la igualdad para no parecer etnocentristas y prejuiciosos. No hay etnocentrismo alguno, sino universalismo y pluralismo estrictos, en no hacer concesiones en la defensa de los derechos humanos y de la libertad.

El sistema francés me parece más claro y más eficaz que el adoptado por el Reino Unido, donde el Estado ha transferido a los colegios e institutos de enseñanza la decisión de autorizar o prohibir el uso del velo islámico en las aulas. Pero esta potestad sólo vale en lo que concierne a los estudiantes. En cambio, a las maestras les está prohibido dar clases veladas, según una decisión del Poder Judicial del año pasado, luego de que una profesora se presentara en el aula británica embutida en un niqab, especie de carpa vestuario que cubre el cuerpo femenino de pies a cabeza. ¿No es absurdo que se prohíba a las maestras lo que se permite a las alumnas, o viceversa?

Masonería y educación
Casi siempre que se pronuncian las palabras masonería y educación se tiende a pensar en la actuación de la masonería en el campo de la enseñanza, por medio de diversos tipos de instrumentos: centros docentes; presiones en la orientación de la política educativa; influencias de políticos con vínculos masónicos y con responsabilidades en la administración educativa. Sin restar importancia a tales aspectos centrados en la actuación de la masonería en el mundo externo a ella, quedarnos sólo en ellos sería conocer una parte de la realidad porque la educación puede y debe ser contemplada como una actividad interna de la masonería.

La masonería es, por definición, una sociedad iniciática y como tal, debe ser considerada como una escuela de formación de sus integrantes. Desde esa perspectiva educativa, el objetivo de la masonería no es inculcar a sus adeptos, un conjunto de conocimientos sino, fundamentalmente, principios filosóficos y un sistema de valores.

Según nos enseña la propia historia de la orden, el ideal de hombre que la masonería quiere formar debe estar en posesión de tres cualidades básicas. Ha de ser una persona ilustrada, moral y libre. Ilustrado para que pueda aportar con su estudio algo en la tarea de progreso que la masonería propugna. Moral para que distinguiendo el bien del mal, contribuya a la felicidad propia y de los que le rodean. Libre porque sin libertad no se puede ser responsable. Y sin responsabilidad no se puede afirmar la persona.

Otros sectores masónicos han dado un matiz especial a esta última cualidad, interpretando la libertad en el hombre, como la ausencia de presiones externas, fundamentalmente provinientes de la Iglesia Católica.

Para alcanzar esas metas la masonería dispone, prioritariamente, de los trabajos en las logias. Los masones integrados en una logia se reúnen en reuniones o tenidas. En esas asambleas los masones leen trabajos, confeccionados por ellos mismos, sobre la historia de la orden, ritualismo, posibles actuaciones en la vida profana, filosofía de la masonería, etc. Esos trabajos, llamados en el lenguaje masónico planchas, pueden ser encargados por el venerable maestro, presidente de la logia, o pueden presentarse a iniciativa de los hermanos, siempre que el venerable lo considere oportuno. El carácter formativo de las tenidas no debe ser pasado por alto. Uno de sus objetivos primordiales es proporcionar a los integrantes de la logia motivos de reflexión mediante esos trabajos.

El carácter formativo se vislumbra con claridad en otro punto clave de la organización interna de la masonería: los aumentos de salario. Esto es, el paso de los masones de un grado al superior. Los reglamentos de las obediencias masónicas especifican con detalle, algunos de un modo exhaustivo, esos procesos. Es regla común que para alcanzar el grado superior se debe permanecer un tiempo determinado en el inferior. El objetivo es que el aspirante aprenda y asimile los conocimientos suficientes para poder desempeñar correctamente las responsabilidades del grado superior.

También el masón aspirante a alcanzar el grado superior debe demostrar ante sus compañeros de logia sus avances en conocimientos masónicos. Para ello ha de presentar un trabajo sobre una temática ya preestablecida. De ese modo sus hermanos pueden comprobar si ha asimilado correctamente las enseñanzas de la orden y es acreedor del grado superior.

Aunque esta es la norma general, las excepciones no han sido infrecuentes. Hay casos de aumentos de grados sin respetar los plazos establecidos debido a intereses espúreos y a compromisos personales. Pero también se han localizado logias, en las cuales las exigencias para las ganancias de grados superaban, con creces, la normativa establecida en los reglamentos generales de la obediencia.

El actitud masónica hacia el progreso humano
La educación, a partir de consideraciones estrictamente pedagógicas está encaminada a la alfabetización y capacitación académica del hombre, pero si nos referimos a los condicionamientos filosóficos, religiosos, sociales y políticos inextrincablemente unidos a las consideraciones pedagógicas, nos llevan a concluir que la connotación moderna de la educación rebasa la concepción eminentemente popular de la misma para adentrarse en el campo de la ciencia; es decir, no basta con enseñar científicamente el objeto, sino que el análisis debe hacerse con el auxilio de un método científico que permita su verdadero conocimiento.

El empleo de este método científico en la educación es lo que va a marcar la necesidad de una educación laica, que enseñe sin dogmatismo. Este criterio de laicidad, así entendido, es el que caracteriza la educación que defendemos los masones, la que debemos predicar y practicar.

Precisamente, José Pedro Varela, educador uruguayo, sintetizó admirablemente este concepto cuando en su obra La educación del pueblo dice: “En lo filosófico no se trató más del espiritualismo metafísico de la conciencia romántica sino del evolucionismo laico de la conciencia positivista que marcó toda una etapa en la historia de la enseñanza laica.”

Y desarrolla, a partir de criterios como el transcrito, la tesis de que en lo socio-político no bastan el igualitarismo y democratismo, que eran base del ideal de la enseñanza gratuita y obligatoria que se da a finales del siglo XIX y comienzos del XX, sino que requiere de una posición realista, antropológica y sociológica que considere además el sentido y fin de la educación en relación con el entorno geopolítico y cultural, las circunstancias, necesidades y oportunidades del hombre. La educación así concebida fortalece el concepto de igualdad que debe darse en toda sociedad humana y que tan caro es al ideario masónico.

Christian Gadea Saguier

samedi 17 novembre 2007

¿Quién es el Gran Arquitecto del Universo?


La idea de Dios como un geometra está determina en todas las culturas. En el arte religioso cristiano de la Edad Media se representa con frecuencia la figura del Dios-Creador como geómetra, con un compás en la mano derecha con el que traza o mide el mundo.

Esta expresión era conocida ya en el antiguo Oriente Próximo y se encuentra también, con una forma algo modificada, en una carta de Clemente de Roma a los corintios: "Que el artesano del universo", escribe, "mantenga en la tierra el número contado de sus elegidos. El nos llevó de las tinieblas a la Luz, de la ignorancia al Conocimiento". En un himno que data de comienzos del siglo V, la iglesia de Epifanio de Salamina es calificada de "paraíso del Gran Arquitecto".

Por dos veces por lo menos, el cristianismo presenta a Dios como el constructor por excelencia. Recordemos la visión del profeta Amos: "he aquí que el Señor estaba de pie en un muro, hecho con el nivel y, en su mano, había un nivel. Y el Eterno me dijo: ¿qué estás viendo Amos? Y yo le dije: veo un nivel. Y el Señor dijo: Pondré el nivel en medio de mi pueblo de Israel; no seguiré perdonándolo".

La historia de Job nos proporciona un segundo pasaje bíblico donde el Dios cristiano afirma que construyó el universo con sus manos; habla con Job y, en una serie de preguntas teñidas de ironía, le muestra la distancia que existe entre Dios y el hombre.

En otra cultura religiosa monoteísta, el arte musulmán español lleva a un punto culminante el arte geométrico. El Corán prohíbe cualquier representación icónica de Alá e identifica la divinidad con "el uno". Si se observa cualquier diseño geométrico, principalmente en los mosaicos, vemos que la combinación de las simetrías y la composición de movimientos, produce el efecto visual de que ningún motivo es singular ni más importante que los demás. Si Dios no puede ser representado como persona, sí a través de la abstracción geométrica se puede traducir la armonía de la experiencia mística. Desde ese punto de vista, Dios no aparece como geómetra, sino más bien como Geometría pura.

El poeta y dibujante británico William Blake (1757-1827), que también representó a Newton desnudo, pertrechado sólo con un compás frente a la Geometría, dibujó El anciano de los días para acompañar su poema Europa, una profecía (1794). Recupera la imagen del Dios con el compás, o también del Gran Arquitecto, siguiendo la terminología de la Masonería, muy en auge en su época.

El Gran Arquitecto del Universo, expresado habitualmente con el acrónimo GADU, es un símbolo tradicional en la masonería, cuyo contenido, interpretación y relevancia varían según la corriente masónica de que se trate.

Para determinadas corrientes, el GADU representa al Ser Supremo cuya creencia e invocación en la práctica del rito son imprescindibles. Para otras corrientes de la masonería, establecer la condición de la creencia en un Ser Supremo supondría limitar la libertad de conciencia de sus miembros, por lo que no les exigen profesar ningún tipo de creencia.

Los masones, como individuos, somos en todo caso libres de darle el contenido que mejor se ajuste a nuestras creencias. Como todos los símbolos, proporciona un marco, pero su interpretación concreta corresponde a cada cual.

Muchos hermanos consideran el símbolo GADU como Principio Creador, dinámico por excelencia, organizador del Universo, la ley que rige la materia, donde los hombres no pueden percibir nada más que las manifestaciones sensibles; en este caso, el Universo visible, donde él es el Principio conductor y conservador, es la Divinidad en estado de manifestación.Otros lo entienden como el organizador, el ordenador, el geómetra, la fuerza ordenatriz que lucha contra el caos y lo sustituye por la armonía, es decir, como un principio generador de orden.El símbolo del GADU no está unido a ninguna creencia, expresa, por consiguiente, la fe del masón en la total libertad de conciencia. Se sitúa de una forma natural en el cuadro de la iniciación sobre un plano ideal trascendiendo al caos, exaltando los valores espirituales más altos, dando el gusto por lo sagrado y conduciendo el viaje hacia lo invisible

Hay por último masones que, prescindiendo de cualquier enfoque trascendente, identifican al GADU con la sublimación del ideal masónico o que lo interpretan desde una perspectiva panteísta o naturalista.

Para la masonería teísta y deísta, el GADU representa al Ser Supremo, un principio masónico que en esta corriente se considera esencial, por lo que la creencia en él y su invocación en la práctica del rito es imprescindible. En efecto, para algunos, el GADU, y más concretamente su interpretación del mismo, sería la esencia misma que daría sentido (y regularidad) al trabajo y la existencia de la masonería.

Para la masonería liberal o adogmática, exigir el principio de creencia en un Ser Supremo supone establecer un límite a libertad de conciencia de sus miembros que se contradice con los principios masónicos, por lo que ni la creencia en el GADU ni su invocación debe establecerse como norma.

El marco de interpretación empieza a estrecharse desde el momento en que dicha figura, más que un símbolo de explicación, comienza a tornarse en una figura de adoración: "adora al Gran Arquitecto del Universo" o glorificación "A la Gloria del Gran Arquitecto del Universo". Muchos francmasones consideran que el GADU es a igual a Dios, el creador que determina a su voluntad los planos de la existencia.

Desde posiciones teístas, comienza a atribuirse a este Gran Arquitecto, potencias propias del dios de las religiones monoteístas, así se expresa en algunos ritos "si es así que el Gran Arquitecto te lo premie y si no que te lo demande", cuya verdad nos ha sido revelada mediante el Libro de la Ley "Sagrada". Bajo esta concepción, el GADU no es otra cosa que Dios mismo, el verdadero y único Dios que habló a Noe, cualquiera que sea el nombre que le dan las distintas confesiones, Jesús, Jehová o Alá. Se trata aquí de una tolerancia ecuménica, pero siempre dentro del marco del teísmo.

La frase "Dios utiliza siempre procedimientos geométricos", se atribuye a Platón. Los griegos pensaban que este conocimiento seguro lo proporcionaban las matemáticas, porque según ellos, las relaciones matemáticas jamás cambiaban. Incluso para poder aprender de filosofía había que saber antes matemáticas, esto se deduce del cartel fijado en la entrada del centro intelectual de esa época, la prestigiosa Academia de Platón, el cual decía "Nadie ingrese aquí si ignora la geometría".

Es precisamente a partir de esta rama de la matemática, cuando Euclides formula los principios de su geometría en el libro Los Elementos, que se comienza a pensar que se había encontrado la verdad absoluta de la creación, las leyes que Dios había inventado para que gobernaran la naturaleza. Transformándose este descubrimiento en una de las piedras angulares del pensamiento humano desde los primeros griegos hasta el siglo XIX.

La geometría original de Euclides tuvo sutiles influencias sobre otras áreas del pensamiento humano. Sirvió de base a toda la composición arquitectónica y artística, a toda la navegación y la astronomía. En el campo de la ciencia subyace en los pilares de la obra de Newton sobre el movimiento y la gravitación. Sus famosos Principia, que aparecieron hace trescientos años, se presentan a un observador cualquiera como un gran tratado de geometría, ya que Newton era un maestro en la aplicación de la geometría a la descripción de la naturaleza. Tal maestría era el sello de un matemático del siglo XVII y XVIII. Había modelos newtonianos de gobierno y de comportamiento humano que apelaban a la certeza de sus matemáticas. Había argumentos de la existencia de Dios basados en la certeza matemática de las leyes geométricas de la naturaleza que Newton había revelado. La geometría proporcionaba a sus estudiosos un sistema de pensamiento que era absolutamente cierto porque empleaba razonamientos lógicos perfectos a partir de premisas que eran enunciados acerca de cómo se veía el mundo.

Puede discernirse el estatus especial que tenía esta geometría a través del tratamiento que le dio Kant en su sistema filosófico durante el siglo XVIII. Su sistema de pensamiento estaba unido a la inevitabilidad de la geometría euclideana. Él la daba como un ejemplo de un conocimiento sintético a priori, es decir, algo que es necesariamente verdadero. Para Kant, esta necesidad emanaba de la naturaleza de los modos humanos de pensamiento. La forma en que estaba construido el cerebro humano aseguraba que debemos encontrar que las verdades de la geometría se cumplen.

El descubrimiento de que la geometría euclideanea no era una verdad única inevitable y absoluta sobre el mundo llegó como una conmoción. Su impacto fue irreversible y de largo alcance. Socavó las ideas absolutas sobre el conocimiento humano en un vasto espectro del pensamiento humano. Aunque los matemáticos se resistieron durante mucho tiempo a su muerte, quienes trataban de derrocar las certezas euclideanas tradicionales se apegaron a ello como una señal de que el relativismo era una regla.

Pero la ciencia ha descubierto que esa regularidad de la naturaleza, manifiesta en la simetría, no es estática. Las causas simétricas pueden producir efectos asimétricos, y esta "ruptura de la simetría" nos permite entender mejor muchas cosas: desde el remolino en espiral de las galaxias o las vibraciones de las estrellas, hasta los ordenamientos de los átomos en un cristal o la forma de los virus, pasando por fenómenos de nuestro entorno cotidiano como las rayas del tigre o las gotas de rocío en una tela de araña. Esta es la idea central que platea el libro Es Dios un geometra, de Ian Stewart y Martin Golubitsky.

Los autores consiguen hacer fácilmente comprensibles temas que figuran entre los más complejos de la ciencia actual, el gen de Dios, utilizando las ilustraciones para explicarlos sin recurrir a las matemáticas. Con esto no se nos ofrece sólo un libro científico "de entretenimiento", que acumula curiosidades amenas; de lo que se nos cuenta aquí surge una mejor comprensión de la forma en que aparecen pautas regulares en la naturaleza y en la vida.

En conclusión, la cuestión de la calidad de Dios es una cuestión amplia y seria, y si yo intentase tratarla del todo, tendría que retenerlos en este sitio hasta el Día del Juicio, por lo que deben excusarme por tratarla en forma resumida.

El argumento de Dios como geometra es una concepción derivada del antiguo despotismo oriental. Es una concepción indigna de hombres libres. Me uno a Bertrand Russell en el desafío de manternos en pie y mirar al mundo a la cara. Tenemos que hacer de nuestro mundo el mejor posible y dejar las esperanzas de que alguien las haga por nosotros, y si no es tan bueno como deseamos, después de todo será mejor que el que esos otros han hecho en todos los siglos.

Un mundo bueno, necesita conocimiento, bondad y valor. Esto significa, enfrentar la vida con responsabilidad, y enfrentarla éticamente, ya que no podremos culpar a nadie de lo resultados obtenidos. En vez de esperar del Gran Arquitecto, debemos ser el Arquitecto de nuestro propio destino, asumir la totalidad de la responsabilidad, donde el otro es un elemento cuya funcionalidad dependerá de mi propio análisis y donde yo seré el responsable de dicha interacción.

En cuanto a la fuerza que ejerce la sociedad, ya sea a través de sus instituciones o de las personas, seguirá siendo el desafío que nos de más fuerza para orientar nuestra conducta y superar dicha influencia.

Ser Arquitecto de nuestro propio destino debería significar el prepararse para el dominio de si mismo y del desarrollo de la fuerza necesaria para manejarse acertadamente en sociedad. Recuerda que independiente a la creencia o no de un Gran Arquitecto del Universo, existe un rincón del universo que con toda seguiridad puedes mejorar; y eres tú mismo.


Christian Gadea Saguier




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dimanche 4 novembre 2007

LOS RITUALES EN LA MASONERIA

En las logias medievales, terminado el proceso de aprendizaje, el neófito solicita a su admisión en una de ellas. Llegado el día de la misma, el neófito, a quien se había entregado un símbolo que habría de reproducir posteriormente en todas sus obras, se presentaba en el lugar de reunión, convenientemente acondicionado para la ceremonia.

Tras adoptar el aspecto de un mendigo, desnudándole el pecho y el pié izquierdo, se le vendaban los ojos y era conducido a una puerta que se le abría tras llamar con fuerza tres veces. El aspirante era conducido ante el maestro, ante quien se arrodillaba y escuchaba una plegaria a Dios; después, daba tres vueltas a la habitación, se colocaba ante la puerta con los pies en ángulo recto daba tres pasos hacia el maestro y extendía su mano derecha sobre una mesa sobre la que se encontraba, abierto, el libro de los Evangelios, además de una escuadra y un compás; entonces, juraba obedecer las leyes de la cofradía, cumplir con sus obligaciones y guardar en secreto lo que ya sabía y pudiera aprender en el futuro.

Acabado e juramento, se le quitaba la venda, se le entregaba un mandil nuevo y se le comunicaba la contraseña, el saludo y el toque de los aprendices masones.

Cada Rito de la masonería moderna, y hay muchos, posee su propia variante de este ritual y un número de grados que le es propio; desde los 3 de la Masonería Azul a los 99 del Rito de Menfis y Misraim, pasando por los 7 del Rito Escocés Rectificado y los 33 del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. Los grados de cada Rito tiene sus propios ritos, juramento, símbolos, etc.; cada uno de ellos es una etapa que el masón alcanza en su recorrido. Pese a la innumerable variedad de grados que existen de unos Ritos a otros, todos ellos comparten y tienen como base tres grados fundamentales, que conforman la llamada Masonería Simbólica y son: Aprendiz, Compañero y Maestro.

El grado de Aprendiz está relacionado con la falta de conocimiento. El neófito es introducido en la logia con los ojos vendados y desprovistos de metales, pues se trata de un lugar de paz. Al igual que en el rito medieval, lleva el pie y el pecho izquierdos desnudos en señal de pobreza, humildad y, tras pasar las pruebas de la tierra, el aire el agua y el fuego, se le quita la venda y, de un modo simbólico, es entonces cuando ve la luz del conocimiento.

El grado de Compañero está relacionado con esos viajes de formación que antaño realizaban algunos albañiles a la búsqueda de los nuevos conocimientos que pudieran brindarle otros compañeros masones. En este grado, el masón debe viajar simbólicamente en pos del conocimiento y a descubrir el mundo.

El tercer grado, el de Maestro, está relacionado con la muerte y la resurrección; la figura central del mismo es Hiram, un personaje experto conocedor del trabajo de los metales que trabajó para Salomón en la construcción del templo de Jerusalén. Asesinado por tres discípulos a quienes no quiso confiar su secreto de maestro, fue enterrado por éstos, quienes plantaron sobre su tumba una acacia. Localizada y arrancada la acacia por los grupos que partieron en busca del maestro desaparecido, este resucitó en el espíritu de quienes los encontraron. El rito de paso al grado de Maestro reproduce la muerte, debida a la ignorancia y el fanatismo, y la resurrección mediante el saber y la tolerancia.

Christian Gadea Saguier
Tomado de http://losarquitectos.blogspot.com

EL RITO FRANCÈS


Francia es el país donde han surgido la mayoría de los principales ritos masónicos, por lo que podríamos hablar de que, en realidad, todos ellos son ritos franceses.

El Rito Francés, rito utilizado por la mayoría de las Logias del Gran Oriente de Francia y por todas ellas en el momento de su creación, ha sabido conservar, en los aspectos fundamentales, los usos originales introducidos por los fundadores de la Francmasonería en el continente a principios del Siglo XVIII y desarrollar formas específicas, coherentes y adaptadas a nuestra propia idea de la Masonería y a sus evoluciones.

El Rito Francés es sin duda alguna el Rito más antiguo practicado en la Europa continental. Tiene la ventaja de tomar su fuente directamente del que se practicaba en la época de Anderson en torno a 1723 procedente de los que se denominaron los “modernos” lo que le confiere una legitimidad y en consecuencia una regularidad incontestable.

Origen y evolución
Existen en el mundo diversos sistemas masónicos, muchos de los cuales cuentan con altos cuerpos que determinan su doctrina particular, su organización, grados y rituales, a los que se les denomina Ritos.

Las primeras Logias francesas se establecieron probablemente después de 1646, casi siempre bajo el impulso de los partidarios de los Estuardo refugiados en Saint Germain de Laye, por lo tanto con una influencia escocesa e irlandesa. Pero los representantes de la Gran Logia de Londres, creada en 1717, tomaron rápidamente el relevo e impusieron sus reglas.

Parece que la masonería, en su origen, no conoció más que un sistema de dos grados: el grado de Aprendiz aceptado y el grado de “Compañero del oficio”.

Entre 1730 y 1740, el primer grado original se desdobla (Aprendiz, Compañero) y el segundo grado se convierte en el tercero (Maestro), aumentándose con la novedosa leyenda de Hiram, aparecida en los años 1720, drama que se convierte en el relato central, fundando el origen y la unidad de la cultura masónica. Esta división, el deseo de sacralizar el lugar de reunión y la necesidad de dar una profundidad al Oriente, harán modificar la organización del espacio utilizado.

Después de su periodo de implantación y con las evoluciones específicas en Francia, sobre 1740 aparecen algunas aportaciones herméticas y de influencia caballeresca y monásticas importantes. Esto va a traducirse, en particular, en el empleo de la espada en las ceremonias, la evolución del modo de recepción de los neófitos y en la llegada de nuevas palabras al argot masónico, así como por la importancia dada al tema del evangelio de San Juan y en general a la Biblia. En realidad, se hacen una multitud de innovaciones diarias, generándose una enorme diversidad ritual a partir de la mitad del siglo.

Varios hechos deben tenerse en cuenta para apreciar la unificación ritual que el Gran Oriente de Francia va a establecer a partir de 1773, fecha de su constitución como una Obediencia de un nuevo tipo. Todas estas etapas condujeron a constituir la Masonería tal y como la conocemos hoy.
La fundación del Gran Oriente de Francia, en mayo de 1773, introduce un principio de unidad y coherencia obediencial y ritual. Se puso fin a la inamovilidad de los Venerables y se instituyó un principio de autoridad democrático.

Serán necesarios trece años para lograrlo. La primera Comisión (constituida por Bacon de la Chevalerie, Stroganoff y Toussaint) y sobre todo, después de 1776, la segunda Comisión (con Guillotin, Morin, Brest de la Chaussée y Savalette de Langes), investigaron profundamente.
Roettiers de Montaleau quien dirigiera del Gran Oriente de 1795 a 1804 con el título de Gran Venerable en ausencia del de Gran Maestro, será quien fundamente este proceso con la compilación de un Ritual Unificado y Codificado que fue editado en 1801 con el nombre de “Regulador del Masón”.

Esta regulación global proporcionará a la inmensa mayoría de las Logias del país una herramienta a la que se puede calificar de síntesis razonable, sucinta y con formas rituales equilibradas.

El carácter laico
El ritual del Rito Francés será modificado dos veces en la segunda mitad del Siglo XIX. En primer lugar por Murat quien hizo una versión corta y, probablemente, la más auténtica y fiel. A continuación por Amiable en un tiempo influenciado por el racionalismo, el positivismo y el cientificismo.

En 1877, el Gran Oriente de Francia decidió suprimir de sus trabajos la fórmula que obligaba a consagrar los trabajos a "La Gloria del Gran Arquitecto del Universo" como manifestación institucional de la defensa irrestricta a la absoluta libertad de conciencia de sus miembros, quienes están en libertad de creer o no creer en lo que les plazca.

Esta resolución del Gran Oriente fue el resultado de una enconada lucha desarrollada durante muchos años en reacción a otra resolución del Gran Oriente, tomada en 1849, por la cual se incluyó un artículo en la Constitución, que establecía como obligación para ser admitido en la masonería la creencia en Dios y en la inmortalidad del alma.

Eugenn Lennnhoff nos dice al respecto: "En 1875, el obispo Dupanloup se dió de baja en la Academia en protesta de la elección del eminente positivista Littré, autor del Diccionario etimológico, quien contaba 74 años de edad y solicitó ingresar en el Gran Oriente. Preguntado antes de la iniciación si creía en Dios, respondió: "Un sabio de la antigüedad, a quien un rey preguntó lo mismo, reflexionó durante muchos días, y nunca se sentía capacitado para responder. Yo os ruego que tampoco de mí exijáis afirmación ni negación”.

“La ciencia no niega una Causa primordial, porque no halla en parte alguna nada que la niegue ni la demuestre. Todo saber es relativo. Cada vez hallamos nuevas esencias y leyes primordiales cuyo profundísimo fondo desconocemos”.

“Quien resueltamente diga que no es creyente ni ateo, no hace sino demostrar su incomprensión del problema del origen y fin de las cosas”.

“Dos años más tarde el Gran Oriente suprimió la fórmula del "Gran Arquitecto del Universo". El clérigo protestante Desmons había defendido la proposición encaminada a esta supresión, alegando la necesidad de que el principio de la libertad de conciencia quedase expresado tan claramente como fuese posible. Esto tuvo efecto mediante esta fórmula: “La Masonería tiene por principios la absoluta libertad de conciencia y la solidaridad humana. No excluye a nadie por razón de su credo”. (Eugen Lennhoff, op. cit., pag. 104)

El Rito Francés y la problemática social
Existen una característica que determinan la preocupación social de las obediencias, logias y masones de Rito Francés, el carácter intelectual de los trabajos de este Rito.

Este factor, muy propio de la masonería latina, difiere de las logias anglosajonas, que tienen una actividad fundamentalmente ritualística, por lo que han debido confiar la tarea intelectual a logias especiales de estudios e investigación. En la masonería latina, muchas logias, especialmente las que asumen con responsabilidad el desarrollo de sus programas de trabajo son verdaderas logias de investigación.

El carácter filantrópico de este rito puede ser entendido de diversas maneras, pero todas ellas llevan implícita la idea de amor a la humanidad, y amar implica dar y darse.

Y la forma de entregar nuestro aporte a los demás, a nuestra comunidad y sociedad, y sobre todos a los más necesitados, debe pasar necesariamente por un análisis de la realidad social para ver qué se necesita hacer y qué puede efectivamente hacerse en su beneficio en este momento y lugar claramente determinados.

Los altos grados
La masonería simbólica (denominada masonería azul), se refiere exclusivamente a los grados de Aprendiz, Compañero y Maestro y está consagrada a la adquisición de la habilidad en el uso de la herramienta masónica. Es solamente, cuando está en plena posesión de esta habilidad cuando el Maestro puede actuar eficazmente sobre él mismo y sobre la sociedad.

Los cuatro Órdenes siguientes se destinan entonces a la acción, acción que se vuelve fértil por la calidad de la herramienta forjada en los tres primeros grados.

La utilización de la herramienta va a ponerse en valor sucesivamente en cuatro ámbitos, correspondiendo a cada uno de los cuatro Órdenes.

1º Orden, “Elegido” : Tiene por tema fundamental el establecimiento de la justicia en todos los ámbitos.

2º Orden, “Gran Elegido”: Se refiere a la unión de los hombres y al logro de unos valores universales.

3º Orden, “Caballero Masón”: Dedicado a las dificultades de la edificación social y la reconstrucción.

4º Orden, “Perfecto Masón Libre”: Después de haber recorrido las etapas anteriores: establecer la justicia, trabajar por realizar la unidad de los valores y reconstruir, el masón se puede establecer en una sociedad justa y esclarecida.

A modo de conclusión
Son características esenciales del rito francés: su sistema de gobierno democrático, su carácter laico, tolerante y filosófico y su preocupación por la problemática social.

Por esto, en la actualidad el Gran Oriente de Francia, sin necesidad de ejercer ningún poder o presión internacional, se ha convertido en líder de la llamada Masonería Liberal en todo el mundo y el Rito Francés se ha constituido en el vehículo más adecuado de expresión y práctica de este tipo de masonería democrática, comprometida con la problemática social y con el progreso de la humanidad, por lo que un autor como Lorenzo Frau Abrines ya afirmó de él que "...dígase lo que se quiera, el Rito Moderno o Francés, dado el espíritu filosófico y de reforma progresiva que inspira su doctrina, es el más racional y adecuado a nuestra época, de cuantos en el día se practican...".

Christian Gadea Saguier