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Por lo que esto sería más bien la reunión no solo de tres Grandes Maestros, sino de tres Grandes Colegios: egipcio, hebreo y griego; la mención de Mercurio, el Mensajero de los Dioses, es el intermediario entre el mundo divino y el profano e indica que la palabra de los TRES MAGOS es una enseñanza sagrada. Por lo que todo induce a creer que gran número de los libros de iniciación y de tradición esotérica fueron agrupados bajo lo que puede llamarse un epónimo célebre.
Los enigmas relacionados con su actividad propiciaron el surgir de la literatura hermética (Hermes tiene el "poder de la palabra", conoce las fórmulas mágicas) sólo asequible a los iniciados en las revelaciones del dios. A los escribas que accedían a su saber se les conocía como "sacerdote-lector". A Dyehuty se le veneraba en Hermópolis Magna.
Los libros atribuidos a Hermes se encuentran en el Corpus Hermeticum. La tradición cristiana medieval lo venera como protector y guía de los hermetistas, que practican las ciencias de la alquimia, la magia, la astrología y la cábala. Se le atribuye la redacción de la Tabla de Esmeralda.
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